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Introducción: El desafío de familia viaja al Himalaya en la India
Viajar al Himalaya con niños no es una decisión que se tome a la ligera. Requiere preparación, años de trabajo y adaptación, motivación y sobre todo, mucha ilusión. Para nosotros, supuso todo un desafío como familia viajando al himalaya, era un sueño largamente añorado, una meta que había ido creciendo en las conversaciones familiares tras cada salida a la montaña. Con cada actividad, surgían nuevas ideas, nuevos destinos, y el Himalaya era esa joya lejana que siempre brillaba en el horizonte.
Salir a la montaña se ha convertido en mucho más que una actividad física para nuestra familia. Es un espacio de encuentro, de diálogo real, donde los vínculos entre padres e hijos se fortalecen de una forma única. Es ahí donde se cocinan los grandes proyectos, como este viaje. Pero como todo sueño, también tiene un precio: el económico. Realizar una expedición de este calibre, incluso más “modesta” en comparación con otras aventuras, requiere años de ahorro y sacrificios. Y si somos cuatro, como es nuestro caso, cada paso logístico es doblemente complejo.
Aun así, con mucha ilusión, fuimos realizando salidas previas para entrenarnos, seguir nuestro proceso preparatorio, material, contratar servicios locales y por supuesto, comenzamos a ilusionarnos con el propio objetivo. Porque sí, tomar el avión ya era una aventura en sí misma para los niños. Poco sabíamos entonces que el trayecto a nuestro destino, Leh, capital de Ladakh, sería el primer gran reto que deberíamos superar.
¿Por qué elegir el Himalaya en la India para una expedición en familia?
Podríamos haber optado por los Alpes o incluso por Pirineos, que tenemos más cerca como habíamos realizado los años anteriores, incluso repetir viaje a la Cordillera de los Andes con nuestra querida Cordillera Blanca. Pero había algo en el Himalaya, en su inmensidad y misterio, que nos llamaba con una fuerza inexplicable. Como dijo uno de nosotros durante los preparativos: “El Himalaya es la Cordillera de las Cordilleras”. No sólo por su extensión de 2.400 km y sus cumbres imponentes, sino también por la riqueza cultural que alberga entre sus valles.
Decidimos centrar nuestro viaje en la región de Ladakh, al norte de la India. Una zona remota, encajada entre Tíbet y Cachemira, declarada territorio de la unión india desde 2019. Ladakh es conocido como el “pequeño Tíbet”, y no es solo por su geografía: la cultura tibetana, los monasterios budistas, la espiritualidad que se respira, la amabilidad de su gente, todo ello lo convierte en un destino único para cualquier viajero.
Y sí, sabíamos que era una región compleja. Una línea de control, de tensión militar recorre las fronteras entre India, Pakistán y China, y eso se nota en los controles, en las restricciones, en la logística. Pero también sabíamos que la recompensa valía la pena: viviríamos emociones difíciles de describir, y nuestros hijos recordarían este viaje toda su vida.
Preparativos clave para una expedición en altura con niños
Cada expedición empieza mucho antes de poner un pie en el avión. Hicimos salidas a la montaña para fortalecer el cuerpo y la mente, y también fuimos preparando a los niños para lo que estaba por venir. No solo en lo físico, sino también en lo emocional: convivir en condiciones adversas, dormir en tiendas, lidiar con el frío o la altitud.
Nuestra experiencia en otras montañas era determinante, ascensiones en España por toda la geografía, Pirineos, Picos de Europa, Sistema Central, escaladas estivales o invernales, ascensiones en los Alpes y los Andes con todos sus preparativos para ascender cumbres de más de cinco mil metros.
La parte logística fue un reto monumental. Contratamos los servicios sobre el terreno con la agencia “Hippie in Hills”, que sería nuestro apoyo en Ladakh. Reservamos vuelos con escalas múltiples: de Madrid a Estambul con Turkish Airlines, luego a Nueva Delhi con IndiGo, y de ahí, otro vuelo interno hasta Leh con Spice Jet. Lo que parecía una sucesión de trayectos organizados, se convirtió en un verdadero dolor de cabeza.
En Nueva Delhi empezó nuestro vía crucis: entre equipaje con demasiado peso, retrasos en los chequeos, y una gestión caótica del vuelo a Leh, acabamos por perder ese trayecto. Recuerdo el momento como uno de los más difíciles del viaje: con todo preparado, listos para volar, nos cerraron el vuelo en las narices. Suplicamos, intentamos pasar controles, lloramos, corrimos… todo en vano. La Compañía Spice Jet nos dejo en tierra, haciendo amagos de dejarnos embarcar, pero habían vendido todos los asientos y nosotros nos quedamos fuera. En nuestro vídeo puedes ver más detalles sobre este asunto.
Nuestros hijos, agotados, lo vivieron con impotencia. Verles con los petates, cansados tras horas de vuelo, y aún así manteniendo la ilusión, fue lo que nos empujó a seguir. Buscamos un hotel, con la ayuda de Gaurav gerente de Hippie in Hills que sabíamos de su buen hacer y como fuimos descubriendo más adelante, a lo largo de esta expedición una excepcional persona, y el cual nos lo había recomendado nuestro amigo Luis Miguel Soriano, puso todo su empeño en ayudarnos desde la distancia mientras el estaba de viaje hacia Leh para recibirnos, contacto con un colaborador suyo, Jagdish Singh os dejamos su contacto aquí. www.vacationdreamz.com que nos ayudo en coto para que pudiéramos estar en nueva Delhi de la mejor forma, facilitándonos llegar a un hotel donde descansamos, y organizamos un nuevo vuelo para el día siguiente. Esta vez, sin margen de error.
Kang Yatse II y Dzo Jongo Este: los objetivos de una expedición familiar en altura
El verdadero núcleo de nuestro viaje no era simplemente llegar a Leh, o hacer el trekking del valle de Markha, sino intentar ascender dos de las cumbres más espectaculares del Himalaya indio: el Kang Yatse II (6.250 m) y el Dzo Jongo Este (6.215 m). Estas montañas, situadas dentro del Parque Nacional de Hemis y enmarcadas por el mágico Valle de Markha, eran nuestros grandes objetivos.
A diferencia de otras cumbres más técnicas o peligrosas, estos dos seis miles son alcanzables con buena preparación y aclimatación, aunque no por ello menos exigentes. Son picos de altura considerable que requieren días de trekking, campamentos a gran altitud y mucha determinación, especialmente cuando viajas con niños.
La idea no era alcanzar la cima a cualquier precio, sino vivir la experiencia del acercamiento, del esfuerzo compartido y de la convivencia en altura. El simple hecho de adentrarnos en esas montañas era ya un logro familiar.
Familia viaja al HIMALAYA en La INDIA Viaje y EXPEDICIÓN Capítulo 1
Empieza el TREKKING al VALLE de MARKHA – Capítulo 2
Adaptarse a la altitud: cómo lo vivimos en familia
Adaptarse a los 3.600 metros de Leh no es fácil para nadie, y mucho menos para los más pequeños. La altitud es traicionera y no avisa. Vega, nuestra hija, comenzó a sentirse mal: mareos, vómitos y cansancio. Evaluamos seriamente si posponer el trekking, pero finalmente decidimos continuar con cuidado y monitorizando cualquier síntoma.
El día a día en altura cambia la forma en que se vive el viaje: todo es más lento, más costoso. Desde subir una cuesta hasta preparar la mochila. Los niños, que suelen ser una fuente inagotable de energía, también necesitaban más descanso. Aun así, su capacidad de adaptación nos sorprendió. Enseguida entendieron la importancia de beber agua, de comer ligero, y de descansar cuando el cuerpo lo pedía.
Fue en esos días de adaptación cuando realmente empezamos a conectar con el lugar. Leh nos ofrecía un paisaje lunar, desértico y montañoso al mismo tiempo. Visitamos monasterios budistas, recorrimos caminos polvorientos llenos de historia, y comenzamos a tomar conciencia de la dimensión de nuestro viaje.
Buscamos al LEOPARDO DE LAS NIEVES – Capítulo 3
El poder de la unión familiar en condiciones extremas
Este tipo de viajes te enfrenta a tus límites. No solo físicos, también emocionales. Pero sobre todo, te enseña el poder de la familia. Cada problema logístico, cada momento de tensión, se resolvía mejor cuando actuábamos como equipo.
Cuando perdimos el vuelo, cuando nos enfrentamos a los controles estrictos en Delhi, cuando no sabíamos si íbamos a poder llegar a tiempo… siempre estuvo ahí esa red de apoyo mutuo. Nuestros hijos, aún pequeños, nos dieron lecciones de madurez. Supieron aceptar los cambios, adaptarse y mantener la motivación.
Como padres, nos esforzamos por transformar cada obstáculo en aprendizaje. Les explicábamos cada paso, les hacíamos partícipes de las decisiones, y nos asegurábamos de que cada experiencia, incluso las negativas, formara parte del relato global del viaje.
Encuentros con la cultura local: aprendizaje y conexión
Ladakh es un universo en sí mismo. Su gente, mezcla de culturas indoarias y tibetanas, vive en condiciones durísimas pero con una sonrisa que desarma. La convivencia de religiones —budistas, hinduistas y musulmanas— es algo que también impacta.
Visitamos monasterios antiguos, hablamos con monjes, recorrimos mercados, y nos alojamos en pequeños hoteles gestionados por familias locales. Los niños aprendieron a saludar en ladakhi, a probar comida nueva, y sobre todo, a respetar lo diferente.
La presencia militar y los controles constantes también nos enseñaron sobre la realidad geopolítica del lugar. No es lo mismo leer sobre la línea de control entre India y China que estar allí, a pocos kilómetros, sabiendo que estás en una zona sensible. Ese contexto real hace que todo cobre otra dimensión.
Retos físicos y emocionales de la expedición con hijos
Más allá de la logística, el reto físico fue significativo. Realizar las rutas en altura, no excesivamente largas, pero con mucha sequedad en el ambiente, polvo, noches frías, mal de altura, alimentación distinta. Para un adulto puede ser manejable, pero para un niño puede resultar abrumador.
Tuvimos que ajustar el calendario, ser flexibles con las situaciones que se nos planteaban, perdida del vuelo, mal estar o enfermedad y entender que no todo podía salir como esperábamos. En esto nos ayudo mucho Gaurav. Hubo días donde se tuvo que parar, o simplemente descansar más. También hubo pequeños momentos de tensión: cansancio acumulado, necesidad de espacios personales… pero todo se resolvía hablando y apoyándonos.
Lo emocional, sin embargo, fue lo más impactante. Vivimos momentos de conexión profunda: Apoyarnos, mostrar empatía y pensar con ilusión en lo tremendamente afortunados que éramos por estar allí, aún con todo el agotamiento, cansancio que origina una experiencia de este tipo. Y es que en el Himalaya, el alma también camina.
Lecciones que solo te da una expedición familiar al Himalaya
Este viaje nos enseñó muchas cosas que ningún manual puede anticiparnos. Nos mostró que los límites están más en nuestra mente que en nuestro cuerpo. Que los niños, cuando se les trata como personas capaces, responden con una madurez impresionante. Y que los problemas, lejos de arruinar una experiencia, la enriquecen.
Aprendimos a gestionar el tiempo con otra lógica, a relativizar lo que en casa nos parece urgente, y a valorar cada pequeño logro: un paso más, un amanecer compartido, una noche estrellada a 4.000 metros. ¿Qué mas podemos pedir!
Este tipo de viajes redefine lo que entendemos por vacaciones. Ya no se trata de “descansar”, sino de vivir. De exponerse. De crecer juntos.
¿Repetiríamos la experiencia? Reflexiones y consejos finales para otras familias
La respuesta es un sí rotundo. No solo repetiríamos, sino que ya estamos pensando en el próximo destino. Eso sí, con aprendizaje incorporado: planificación extrema, márgenes de tiempo más amplios, y siempre una buena dosis de flexibilidad.
Para quienes estén pensando en emprender una expedición familiar al Himalaya, nuestro consejo es claro: sí se puede, pero hay que ir con humildad, preparación, mucha preparación previa y corazón abierto. Contraten buenos guías locales, aclimaten correctamente, y sobre todo, denle espacio a los niños para que vivan el viaje a su manera.
Porque al final, los Himalayas no solo se escalan, también se sienten. Y cuando una familia los atraviesa junta, lo que se eleva no son solo las piernas… también el alma.
Somos Explorando RINCONES MONTAÑEROS
CONSEJOS
- La práctica deportiva, conlleva riesgo de accidente en cualquiera de sus formas, supone un riesgo que el practicante debe asumir siendo conveniente estar cubierto por un Seguro de Responsabilidad Civil o estar Federado.
- Contar con buena forma física, adecuada a la actividad que se va a realizar, teniendo en cuenta, que se trata de actividades exigentes.
- Para determinadas actividades, es aconsejable contratar un guía titulado de montaña.
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TODA LA HISTORIA en CAPÍTULOS
CAPÍTULOS y artículos web
- Prensa y artículos de la expedición al Himalaya Indio.
- Nota de estreno del documental «Más allá de las alturas» Explorando Rincones en el Himalaya.
- Cartel y estreno documental en sala expedición al Himalaya, Ladakh, Leh, Kang Yatse II.
- Capítulo 1 Expedición
- Capítulo 2 Expedición al Himalaya en familia.
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